No es que las cosas no terminen de salir. Es que siete refuerzos no han servido de momento para que el Málaga dé una imagen diferente a la que este año acostumbra en liga. Es difícil que un equipo cambie tan poco con tanto cambio. Y eso es un problema.
Muchos aficionados asumen ya la opción real de que el equipo el año que viene esté en Segunda. Es difícil de creer, pero es así. No es cosa de un partido, ni de no pelear. Hay temporadas que vienen así, donde no terminas de arrancar y el tiempo termina consumiendo los objetivos.
La realidad, por otro lado, nos recuerda que el Málaga lleva andando con lo justo varias campañas. Si andas en el filo de la navaja, más tarde o más temprano te cortas. Y el Málaga se ha rebaneado los pies y las manos por desgracia, en parte, de una política de mercadeo barato que poco o nada tiene que ver con el fútbol de hoy en día.
Ya no se trata del jeque ni de sus excentricidades; hablamos de las decisiones que ha tomado, aconsejado o no, y que han llevado al equipo a la debacle. Es su empresa, no cabe duda. Y por eso hay poco que achacarle. Sigue siendo su dinero, sus trabajadores y su política, mejor o peor llevada, pero nefasta en lo deportivo y lo sentimental. Por eso, cuando él o quien sea firma con el 1904, se nos viene el mundo encima. Porque esa fecha es lo único que a este señor no le pertenece. El 1904 es de los malagueños. Ahí, Al-Thani, no tiene ni siquiera el recuerdo en foto de lo que supuso el inicio del fútbol en Málaga.
Suyo sí es, en cambio, el desenlace liguero de esta temporada. Aquí estaremos cuando se confirme y pasaremos la factura por el sentimiento, otro bien que tampoco puede apropiarse por muchos euros que tenga en la cartera y por muy suyo que sea hoy el Málaga.
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